El pasado sábado, mientras todos escuchaban tu increíble
discurso en los Premios Goya, una cámara enfocó a tu hermana, Jesús. Lo hicieron justo
en el instante en el que le agradecías su apoyo. Ella visiblemente emocionada
sonreía, y entre su gesto y tus palabras, millones de personas desde entonces soñamos,
vivimos, experimentamos y sentimos mucho, pero mucho.
Su discreta mirada, la sonrisa increíble, las lágrimas pausadas,
orgullosa por el premio que te habían dado, fueron como para entregarle otro
galardón a la mejor familia del mundo. Porque detrás de una persona con
necesidades especiales que despunta como ahora lo has hecho tú, siempre hay una
familia que no ha tirado la toalla ante un diagnóstico, que se ha enfrentado a
enormes limitaciones del sistema, que ha tenido un camino largo, ingrato,
complicado y lleno de dudas, vicisitudes e incertidumbres. Y esa expresión de
paz, de alegría, y de trabajo bien hecho traspasó las pantallas y nos tocó.
Y en ese instante Jesús en que alababas ante las cámaras las
bondades de tus progenitores y compartías tus logros con ellos, ese esfuerzo
ímprobo de tantos años a la sombra, se materializó para todos. Y Jesús, creo
que quienes te vimos, con tu dulce tono de voz, se nos abrió el corazón. Admiramos
en décimas de segundos el valor de vuestra hazaña cotidiana que poco interesa
en el día a día, pero que con la película Campeones había dado sus frutos, y en
la gala de los premios vio la luz para iluminar a un país que aún tiene mucho
que aprender.
Nos sentimos un poco padres, un poco hijos, un poco todo. Sentimos
emocionados la victoria de una persona que no lo ha tenido seguro fácil en la
vida y lo ha conseguido. Experimentamos con tus sinceras palabras, esa energía que
tus padres te han sabido transmitir para hacer realidad tus sueños. Entendimos,
en definitiva, que ante la dificultad de un hijo, no se han doblegado, te llenan
de ánimos, esperanzas, cariño y ganas cuando las cosas parecen imposibles. Y
eso, Jesús, es todo un chute de motivación.
Es más, tu premio Jesús, es un empujón para miles de niños
que hoy conviven con la discapacidad o cualquier tipo de necesidad especial y
aspiran a grandes cosas. Es un abrazo para miles de padres que a veces dudan
del futuro, que se encuentran con más problemas que soluciones y que luchan por
hacer a sus hijos un hueco en esta sociedad. Pero tal vez, lo más importante… es
un evidencia de que ser distinto del resto no tiene que restar puntos para
nada, que incluir a todos en cualquier proyecto puede ser también garantía de
éxito, y que no todo depende de las dotes naturales, de la belleza, de la
inteligencia "megainteligente" ni de lo que más vende.
Gracias por tu increíble discurso Jesús. Gracias por
demostrar que el éxito va de la mano de muchas más cosas que de talentos,
aptitudes y victorias, pero también, gracias a tus padres por su apoyo incondicional. No sabemos si todos habéis tenido cinco minutos para
escucharlo. Si no lo habéis visto aún, aquí os dejamos el enlace. Merece la
pena.
Precioso articulo!!! Me he emocionado al leerlo
ResponderEliminarMuchas gracias Carmen!
EliminarMerecido premio y emoción para la familia. Hermoso artículo. Creo que todos nos sentimos identificados.
ResponderEliminarSin duda. Gracias! Es maravilloso ver el resultado de un gran esfuerzo diario.
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